martes, 28 de enero de 2014

Cuentacuentos infantil





Una de esas tardes que pasamos entre niños, nos complació la idea de una niña de cuarto, Isune, cuando dijo que estaba dispuesta a prepararse un cuento, como lo suelo hacer yo con primero, segundo y tercero, y luego, en la hora del comedor, no sólo contárselo a sus compañeros, sino hacer grupos, darles unas preguntas de comprensión escrita, ponerlas en común y después una cuartilla y un lápiz a cada uno para que reflejaran en un dibujo la escena más emblemática de la historia.
A mí me llenó de satisfacción la idea al  comprobar cómo arraiga lo que hacemos y revierte no sólo en el alumno protagonista, sino en todos los demás, con quienes quiere compartirlo. Es la idea final de la educación, la que surge por voluntad propia emulando patrones de los que se benefician todos. La alegría fue mayor al comprobar que todo lo preparó en casa con la ayuda de la familia: las cuartillas con las preguntas, las fotocopias, las cuartillas para los dibujos y los papeles con los nombres de los componentes de los distintos grupos.
La sesión, en general, ha sido positiva, aunque como no todo es perfecto hay que mejorar las relaciones de algunos, que tienden a imponer su razón por la fuerza en vez de usar la fuerza de la razón, como afortunadamente ha hecho la mayoría.
Nos quedamos con el ejemplo, por eso lo plasmamos con fotos, para que permanezca vivo en este blog y sobre todo para que cunda, porque ejemplos así son los que queremos, por nosotros, porque nos sentimos reconocidos, y sobre todo por ellos, que así saben lo que es preparar, sufrir cuando no te hacen caso, ayudar y sobre todo dar, porque dando recibimos la mayor de las recompensas: el altruismo por enseñar.

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