domingo, 15 de marzo de 2009
Piratas informáticos
Antes de comenzar mi comentario conviene aclarar algunos conceptos que después se repetirán. Un "hacker" es una persona obsesionada con explorar los sistemas informáticos programables y aprovechar sus posibilidades. En términos más usuales es un pirata informático. Un "cracker" es quien rompe la seguridad de un sistema para obtener y usar información confidencial con motivos deshonestos. Un "Vxers" es un programador de virus. Los "script kiddies" son jóvenes con pocos conocimientos informáticos que lanzan virus para sentirse importantes. Los "spramers" generan "spam" o correo basura. Rastrean los servidores en busca de direcciones de "e-mail" que luego intentan vender a los anunciantes.
No se trata de ciencia ficción, son términos reales, extranjerismos lingüísticos, porque al viajar la tecnología más rápida que la Academia de la Lengua aún no han encontrado su equivalente en castellano. Pero lo que es cibernética pura, casi futurología, no deja de repetir las leyes de la naturaleza y en este sentido podemos decir que no se diferencia mucho de la cadena alimenticia, que empieza en el suelo, en este caso los clientes, del que se alimentan los "hackers", "crackers", "Vxers", "script kiddies" y "spamers", que al final son capturados por las grandes empresas de "software", quienes a su vez se alimentan del cliente y vuelta a empezar. En este sentido, si exceptuamos a los "script kiddies", que lanzan virus sólo para sentirse importantes, en los demás resalta su interés por el dinero: el "hacker" quiere aprovecharse, el "cracker" usar la informática con fines deshonestos (dinero); los "Vxers" son repescados por empresas que pagan fuertes sumas por sus servicios y los "spamers" venden a los anunciantes direcciones de "e-mail". Finalmente, las grandes empresas de "software", blanco habitual de los piratas informáticos, ofrecen grandes sumas a quien ayuda a identificar a quienes propagan virus, gusanos y otros códigos dañinos en Internet.
Si tenemos en cuenta que estas grandes compañías son multimillonarias por la venta de equipos informáticos y periféricos que se quedan obsoletos en un par de años, la medida de pagar -¿con multa, soborno o sueldo?- a los piratas no deja de ser pura hipocresía.
La ciencia, los negocios y las comunicaciones han mejorado ostensiblemente gracias a la informática. No conocerla hoy en día es como ser analfabeto hace 20 años. Sin embargo la ética humana y sobre todo su faceta social está pagando caro el uso de estos aparatos: los niños practican cada vez menos deporte, los índices de colesterol suben alarmantemente, como los problemas de visión. ¿Y qué decir de las relaciones personales? Lo que no se atreven a contar personalmente lo hacen en un chat con una identidad falsa. Las horas ante el ordenador, sin moverse, sin hablar, sin jugar, sin conttrastar experiencias, hacen de muestros jóvenes autómatas sin sentimientos. Las empresas avanzan, pero también se sofistica la delincuencia y, como ha pasado con todos los grandes inventos, después de un gran paso queda una huella. Esperemos que no aplaste los valores de comunicación que han avalado siempre a la especie humana.
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